Mi nombre es Marta Medina y soy trabajadora de almacén. En los cinco años que trabajé en un almacén, aprendí a tolerar condiciones de trabajo peligrosas e injustas.
Una de las experiencias más humillantes sucedió hace cuatro años cuando tenía ocho meses de embarazo. Recibí un pedido de Walmart para enviar 2000 cajas en una hora. Apenas podía levantar cajas y sentía que podía perder a mi bebé. Todo el tiempo estuve pensando: "Por favor, cariño, quédate ahí". También estaba pensando en mi familia en El Salvador. Mi niño pequeño está allí. Tiene 11 años. Necesito mantenerlo para no correr el riesgo de quejarme y perder mi trabajo. Todo lo que podía hacer era sostener mi estómago y pedirle ayuda a Dios. A mi empleador no le importaba el dolor que tenía.
Después de mi cesárea, regresé al trabajo y mi supervisor me dijo: “No me importa que te operaron. Estás aquí para trabajar y si no, puedes irte. Hay mucho para reemplazarte y hacer mejor el trabajo”.
Esto no está bien. Nadie debería tener que trabajar en condiciones peligrosas y preocuparse por sus hijos y por perder un trabajo si habla. Fue un momento difícil en mi vida, pero ahora tengo esperanza. Estoy trabajando con otros trabajadores del almacén para mejorar nuestros trabajos y nuestras vidas y traer respeto a todos los trabajadores del almacén.
Este septiembre marcharemos desde los almacenes de Riverside hasta el centro de Los Ángeles. Por favor apoye nuestra peregrinación por la dignidad en el trabajo. Si no puedes marchar con los trabajadores y nuestras familias, puedes firma la carta que planeamos entregar a Walmart cuando lleguemos a la ciudad.
¡Sí Se Puede!